Entre los muros dorados del Palacio de Versalles, la opulencia escondía secretos oscuros. Durante la regencia de Felipe de Orleans, la corte francesa no solo fue un escenario de lujos desmedidos, sino también de decadencia disfrazada de celebración.
Las famosas fiestas galantes de la época eran mucho más que banquetes y máscaras: tras la cortina del hedonismo, existía un círculo clandestino que la historia susurra con temor. Entre sus asistentes, nombres ilustres: el hermano del rey, sus amantes... y el joven Luis de Borbón, sobrino del regente, quien a los 15 años se sumergió en un juego peligroso.
La Santa Hermandad de los Gloriosos Pederastas
Bajo ese nombre, casi ceremonial, se reunía una cofradía marcada por el libertinaje extremo y actos prohibidos incluso para la moral relajada de la corte. Una hermandad envuelta en escándalo, cuyo eco no tardó en llegar a oídos del rey Luis XIV.
El Castigo y la Muerte Anunciada
Descubierta la participación de su propio hijo, el rey no mostró misericordia. Ordenó que Luis de Borbón fuera azotado públicamente ante la corte entera. La humillación culminó con su destierro a Normandía, sellando su caída.
Buscando redimirse y recuperar el favor de su padre, Luis marchó hacia la guerra en Flandes. Enfermo, débil, ignoró todas las advertencias. Encontró la muerte en el campo de batalla a los 16 años, sin jamás alcanzar el perdón.
Su madre, Louise de la Vallière, resumió la tragedia con frialdad implacable:
"Lloré el día que nació, no el día que murió."
Atrévete a descubrir el lado oculto de Versalles, donde el placer y la condena caminaban de la mano.
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