Detrás de la magnificencia del Palacio de Versalles, los lujos de la corte escondían intrigas y excesos. Durante la regencia de Felipe de Orleans, el esplendor se mezcló con escándalos que marcaron la historia de Francia con un aire de misterio y tragedia.
Las fiestas galantes y el círculo clandestino
Las celebraciones cortesanas del siglo XVIII eran célebres por su opulencia. Sin embargo, bajo las máscaras y los banquetes existía un círculo secreto de libertinaje. Entre sus asistentes se encontraban nobles influyentes, amantes y jóvenes de la realeza, incluido Luis de Borbón, sobrino del regente, que con apenas 15 años se adentró en este mundo prohibido.
La “Santa Hermandad de los Gloriosos Pederastas”
Bajo este nombre, casi ceremonial, se reunía una cofradía clandestina señalada por sus excesos y prácticas escandalosas. El rumor de estas reuniones llegó pronto a los oídos del rey Luis XIV, quien no dudó en castigar a los implicados.
Castigo y caída de Luis de Borbón
Cuando el rey descubrió la participación de su hijo, la respuesta fue implacable:
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Azotes públicos ante toda la corte.
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Destierro a Normandía, que selló su humillación y aislamiento.
En un intento por redimirse y recuperar el favor paterno, Luis de Borbón marchó a la guerra en Flandes. Débil y enfermo, ignoró las advertencias y encontró la muerte en combate con solo 16 años.
Una tragedia familiar marcada por el desprecio
Su madre, Louise de la Vallière, expresó su dolor de manera fría y contundente:
“Lloré el día que nació, no el día que murió.”
Un destino marcado por el escándalo, el castigo y la búsqueda imposible del perdón real.
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