La figura de Gilles de Rais es una de las más perturbadoras del siglo XV. De héroe en la Guerra de los Cien Años, donde luchó junto a Juana de Arco, pasó a ser recordado como uno de los asesinos en serie más infames de la Edad Media. Su vida es un contraste brutal entre el honor de la guerra y la oscuridad del crimen.
De noble guerrero a criminal despiadado
Nacido en el seno de la nobleza francesa, Gilles de Rais fue educado en el honor y la guerra. Su valentía en el campo de batalla lo convirtió en un militar respetado, ascendiendo rápidamente en prestigio.
Sin embargo, tras el final de la guerra, su vida tomó un rumbo siniestro. A puerta cerrada, lejos de los campos de batalla, Gilles de Rais se transformó en un asesino atroz. Se le atribuyen decenas, quizá cientos, de crímenes: secuestros, abusos y asesinatos de niños que marcaron a fuego la memoria histórica de Europa.
El juicio de Gilles de Rais
En 1440, las atrocidades salieron a la luz. Fue arrestado y juzgado por asesinato, prácticas ocultistas y rituales diabólicos, crímenes que horrorizaban incluso a la sociedad medieval, acostumbrada a la brutalidad. Finalmente, fue condenado y ejecutado, sellando el final de una vida que descendió del honor a la depravación absoluta.
La dualidad perturbadora
La historia de Gilles de Rais inquieta por su contradicción: un caballero que luchó junto a Juana de Arco, símbolo de santidad y valentía, terminó convertido en el reflejo más oscuro de su tiempo. Hoy, se lo recuerda no solo como un criminal, sino como un símbolo de corrupción y decadencia en la Edad Media.
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