Praga, la capital de la República Checa, es una ciudad de cuento de hadas que cautiva a sus visitantes con su arquitectura medieval, su rica historia y su encanto romántico.
El casco antiguo de Praga es un laberinto de calles empedradas y plazas adoquinadas, donde la majestuosa Torre del Reloj Astronómico y el imponente Puente de Carlos transportan a los visitantes a tiempos pasados de caballeros y castillos. La Ciudad Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está salpicada de iglesias góticas, palacios renacentistas y encantadores cafés que invitan a detenerse y disfrutar de la atmósfera única de la ciudad.
El Castillo de Praga, una de las fortalezas más grandes del mundo, domina el horizonte de la ciudad desde lo alto de una colina y ofrece vistas panorámicas impresionantes del río Moldava y sus alrededores. Dentro de sus muros, los visitantes pueden explorar catedrales históricas, palacios reales y antiguas calles empedradas que revelan siglos de historia.
Praga también es conocida por su floreciente escena cultural, con una gran cantidad de teatros, galerías de arte y salas de conciertos que ofrecen una amplia gama de eventos culturales durante todo el año. El Teatro Nacional y la Ópera Estatal son dos de los lugares más destacados para disfrutar de actuaciones de clase mundial en un entorno impresionante.
La cocina checa es otro punto destacado de Praga, con platos tradicionales como el goulash, el cerdo asado y los knedlíky (bolas de masa) que satisfacen los paladares más exigentes. Los restaurantes y cervecerías locales ofrecen auténticas experiencias gastronómicas en un ambiente acogedor y tradicional.